Salimos de Zagora sobre las 11 de la mañana, rumbo a Merzouga, nos esperan 4 horas por delante de conducción y nos dicen que nos esperan para las 16,00 horas, por lo que tenemos que ir sin entretenernos mucho.
Nos despedimos de Omar, nuestro anfitrión en Zagora, un chico muy majo que nos repite todo el rato que "la prisa mata", ante cualquier cosa que le dijéramos, "la pachorra remata", y la que me hizo más gracia, "la vida es como una vaca, a veces te la leche, a veces te da mierda".
Pero la expresión "la prisa mata", la hemos oído cientos de veces, todo el mundo la dice.
Nos vamos de allí con muy buena sensación.
El paisaje desde Zagora a Merzouga es bastante desolador, sentirte en medio de la nada kmts y kmts sin ver nada, te hace sentir pequeñito.
Después de muchos kilómetros, nos encontramos una señal de cuidado dromedarios, y fue curioso, tuvimos que parar el coche, porque vimos a dos dromedarios cruzar la carretera, nos pareció muy chulo,en medio de la nada. Luego vimos la señal de cuidado cabras, pero no se nos cruzó ninguna, una pena.
Llegamos al Riad Mamouche a las 15,07, contentas porque llegábamos a la hora prevista y nos dicen que hasta las 18,00 no salimos. Así que decidimos ir a comer a un chiringuito que había al lado, un tajín de tefta (son albondiguillas) y un shawarna para las dos.
Después aprovechamos para darnos un baño en la piscina del Riad, estuvo bien refrescarse un ratito para afrontar la tarde en el desierto del Sáhara, que es el objetivo de este viaje, aunque me sorprendió que el agua estuviese más bien fresquita, pero muy agradable.
A las 18,00 aparece Omar, el de Merzouga, y nos dice que nos lleva a unas dunas y nos dejará allí unas horas, hay que puntualizar que nosotras no queríamos montar en camello, mientras llevaba a una pareja con un niño de 2 años en dromedario y recogía a 5 chicos que estaban en quads. Nos miramos flipadas y le preguntamos que cuántas horas tenemos que estar en una duna, y se encoje de hombros.
Nos dice que podemos quedarnos en el riad hasta que vuelva a buscarnos, o que podemos estar 1 hora en quad, hasta que acaben los chicos. Es todo tan rápido,que no sabemos que hacer. Omar es muy impaciente y de repente no dice... Vosotras aburrís en duna, aburrís en Riad, aburrís en todo y flipamos. Decidimos que nos deje en las dunas y ya en el coche, al preguntarle si estaremos solas, nos dice que si queremos eso, nos lleva a unas dunas apartadas de la gente para nosotras solas y nos parece una idea estupenda.
Al quedarnos solas en el 4x4 con Omar para llevarnos a las dunas, empezó a ir a toda leche por ellas con el coche y fue como estar en una montaña rusa. De repente para el coche, nos bajamos y se va, y nos quedamos solas en el desierto, la arena sin pisar, silencio absoluto, las crestas de las dunas imponentes ante nosotras , nos emocionamos y nos quitamos las bambas para sentir la arena fina y caliente en nuestra piel, subimos a una, flipamos mucho. Intento hacer la croqueta, pero la arena me frena y buscamos una cresta para ver la puesta de sol.
Fue un sueño cumplido, y el objetivo de este viaje con mi hermana.
Nada más ponerse el sol vemos el coche venir a buscarnos y nos lleva a otra zona que aún no se ha puesto el sol, y seguimos viéndolo, pero la magia ya se ha ido porque está todo petado de gente y de camellos esperando para volver al campamento. Entonces nos ofrece tirarnos por una duna con la tabla, y como solo hay una nos tiramos las dos, y claro, como no nos entraba bien el trasero, nos frenó la arena y el resultado fue un tanto patético pero muy muy divertido.
Y de ahí,nos llevaron al campamento, donde nos ofrecieron un té con frutos secos y galletas y tuvimos una interesante conversación con Omar sobre la situación del país y la dificultad que tiene para encontrar pareja porque es una zona donde apenas hay mujeres y él vive en el campamento.
Después disfrutamos de una suculenta cena, estaba todo muy rico y después alrededor de una hoguera, sonaron las timbas y los tambores, fue muy mágico, nos llevamos un recuerdo muy bonito.
Nuestra jaima era grande y muy cómoda y caímos rendidas en un profundo sueño recordando la experiencia vivida.
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